Érase un pequeño y bello pueblo denominado Algar, situado en el valenciano valle del río Palancia, entre las sierras de Espadán y Calderona, en el que sus gentes vivían felices.
El pueblo gozaba en su término municipal y colindantes de hermosos parajes y estaba dotado de casi todos los servicios: agua potable, agua para el riego de sus campos, escuelas públicas, centro primario de salud, instalaciones deportivas, auditorio municipal, centro para la tercera edad, casal jove, paseos, parques infantiles, etc., además de estar muy bien comunicado con Valencia y otras ciudades importantes como Segorbe y Sagunto. El pueblo contaba, además, con un gran número de entidades y asociaciones de todo tipo, tanto cívicas como culturales.
Y todo ello había sido posible gracias al esfuerzo y sacrificio, durante generaciones, de sus vecinos y de sus Ayuntamientos y Alcaldes, de todos los colores políticos, con la ayuda de las Administraciones Públicas, también de diverso signo político, no atribuyéndose nadie ningún protagonismo ni exclusivismo , porque todos habían contribuido sin distinción, a veces con limitaciones y escasos recursos, a dichos logros.
Todos los ciudadanos podían presentar sugerencias y peticiones a las autoridades, las cuales las tomaban en consideración y las contestaban todas cumplidamente con la mayor diligencia. Frecuentemente, se celebraban juntas de vecinos y asambleas generales para tratar de los más diversos asuntos (sobre todo cuando se trataba de aumentar los impuestos o de establecer contribuciones especiales) y casi siempre se encontraba una solución consensuada. Incluso en épocas de escasa o nula libertad política en España, el Ayuntamiento se reunía con los vecinos antes de la toma de sus decisiones importantes.
En Algar, tras ser aprobada la Constitución española de 1978, había llegado también la democracia. Se podía opinar con entera libertad así como participar en la vida política local de acuerdo con las convicciones personales, sin ser por ello calificado maliciosamente de “traidor”, “Herodes “, “Pilatos”, “amigo de terroristas” y otras lindezas por el estilo, incluso con alusiones a la familia o a la profesión de nadie, ni se negaba o casi se le negaba el saludo a nadie. No, eso no ocurría en Algar. Además, los vencedores en las contiendas electorales, lejos de manifestar desprecio hacia los vencidos y, sobre todo, enorgullecerse por la derrota de éstos por encima de todo, echándolos a los pies de los caballos, manifestaban su sana y legítima alegría por su victoria en sentido positivo, ofreciendo a los opositores la posibilidad de participar activamente en la gestión municipal.
En este pueblo no valían sólo el halago y la lisonja personales, sino, por encima de todo, la crítica respetuosa, sin insultos ni calumnias. Se podía ser adversario político sin ser por ello enemigo personal de nadie. Todavía se conservaba por muchos el sentido cristiano de la vida, el de Jesús de Nazaret, respetándose valores como la humildad, la tolerancia y el perdón.
Pero, de repente, me desperté. Todo había sido un sueño, un sueño hermoso, pero un sueño al fin y al cabo. Desgraciadamente, la realidad no era, en muchos aspectos, tal como aparecía en sueños, sino que era totalmente diferente.
No obstante, alguna enseñanza hemos obtenido de este sueño. Creemos que hay unos derechos insoslayables: el derecho a la libertad y el derecho a la palabra, siempre que se ejerciten con respeto a la ley, a la dignidad de las personas y de las instituciones. Recuerdamos a un gran aragonés, cantautor y político honrado,ya fallecido: José Antonio Labordeta. Nos quedamos con el estribillo de una de sus mejores canciones , su “Canto a la libertad”:
“Habrá un tiempo en que todos,
al levantar la vista,
veremos una tierra que ponga libertad”
Y eso es lo que queremos para nuestro pueblo: un pueblo libre, sin complejos, sin ataduras, sin falsos aduladores, firmes en nuestras convicciones y con nuestras diferencias y criterios, respetándonos todos y mirándonos de frente, y teniendo como nexo de unión el amor y cariño que sentimos por el mismo .Con estos comentarios sólo hemos querido expresar nuestros sentimientos y nuestro estado de ánimo, sin pretender herir ni ofender a nadie .Si a alguien le pueden haber molestado estas palabras, le pedimos perdón públicamente.
o-o-o-o-o
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