dimarts, 14 de maig del 2013

¿Monarquía o República?

   En alguno de nuestros blogs anteriores hemos hecho referencia a la desafección que cada vez más los ciudadanos de nuestro país sienten hacia nuestros políticos y gobernantes, desafección (y en muchos casos  rechazo) que también afecta a la institución monárquica, esto último seguramente debido no solo a la crisis económica. social y política que estamos viviendo sino también a los últimos escándalos  y asuntos que afectan a varios miembros de la Casa Real, y citábamos el caso Urdangarin, la princesa Corinna, la cacería del rey en Botswana, la "aparecida" herencia de este último, la imputación (luego suspendida por la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca) por el juez Castro de la infanta Cristina, la falta de transparencia en la administración de la Casa Real, la irresponsabilidad e inviolabilidad de la figura del monarca, etc.Todo ello se está traduciendo en la proliferación de la bandera tricolor republicana en casi todas las manifestaciones, en protestas más o menos minoritarias, pero que hace solamente unos pocos años no tenían lugar, ante la presencia de los reyes e inmluso del príncipe heredero en actos públicos, y, sobre todo, en la disminución del porcentaje de aceptación de parte de los ciudadanos de la monarquía en las últimas encuestas.

   Por ello, nos permitimos, tras la lectura de varios textos de historiadores y politólogos, incidir de una forma sencilla y breve sobre la cuestión, estableciendo principalmente una comparación entre monarquía y república como forma política de estado o de gobierno, aludiendo a las ventajas e inconvenientes de ambas.

    Como ventajas de una monarquía constitucional  se suelen citar básicamente las siguientes:

   " La monarquía constitucional es un gobierno en el cual el jefe del estado es un monarca limitado por las leyes de una constitución".

   " Entre las ventajas de una monarquía constitucional se encuentran el crecimiento económico, la baja corrupción (sic), la mayor libertad ...incorporados por la benevolencia hacia los ciudadanos comunes".

   " Entre los países más ricos del mundo figuran las monarquías constiucionales europeas como Luxemburgo, Noruega, Suecia, Liechtenstein, Reino Unido, Dinamarca, Bélgica y Holanda".

   " Las monarquías constitucionales cometen menos crímenes que los países con otras formas de gobierno".

   " Las monarquías constitucionales son uno de los ejemplos mejores de democracia parlamentaria efectiva".

   " Los monarcas en una monarquía parlamentaria tienen un incentivo fuerte para tomar una visión a largo plazo de su reino y buscar políticas que beneficien a las personas".

   Por lo que se refiere a la monarquía española actual, autores como Francico Hernández Marcos consideran como ventajas de la misma las siguientes:

   " La figura personal de Juan Carlos I es inigualable, tanto dentro de nuestras fronteras como fuera. El rey es un premio Nobel de la paz en potencia y es un honor tenerlo como jefe de Estado".

   " En teoría el rey tiene un papel meramente representativo, pero todos sabemos que en realidad es nuestro diplomático número 1. Tanto si hace de enviado especial del gobierno de turno, como si juega el mismo sus cartas con discreción, su labor es importantísima, y tiene sentido que su papel lo ejerza siempre la misma persona". 

   " El rey mejora el clima político...Por supuesto que el rey solo interviene en asuntos como el 23 -F (cuya verdadera historia entendemos nosotros  tardará en ser escrita), pero cuando lo ha hecho ha tenido un valor fundamental".

   " En muchas ocasiones el rey adopta el papel de subsanador de relaciones políticas cuando éstas han sufrido un deterioro con el presidente del gobierno, independientemente de que éste tenga la culpa o no ".

   Hay también quien dice, en favor de la monarquía española actual que, al establecer el artículo 56.1 de la Constitución de 1978 que el rey arbitra y modera el funcionamiento regular  de las instituciones, con ello nuestro país tiene un régimen político más estable que si se tratara de una república, la cual estaría más condicionada por los vaivenes políticos, por los cambios que se producirían tras la celebración de las sucesivas elecciones generales y que repercutirían en la jefatura del Estado, dando lugar a una posible inestabilidad política.

   En cuanto a las ventajas que puede ofrecer una república también sus partidarios mantienen sus argumentos a favor de la misma.

   Así, hay quienes opinan que también, entre los países más ricos y prósperos de Europa y del mundo, los hay bajo la forma de gobierno republicana, tales como Alemania, Francia, Estados Unidos, etc.

   El propio Francisco Hernández Marcos, antes citado, nos dice que "en repúblicas semi-presdiencialistas como la francesa, se nota que las politicas de estado funcionan mucho mejor", considerando también que " es innegable que una república tiene a nivel internacional una mejor imagen de país democrático que una monarquía constitucional".

   En un reciente artículo colectivo, Enrique del Olmo, Agustín Baeza y Enrique Martín, entienden que en España " estamos ante una perspectiva política que se incardina con claridad en el cambio de régimen. Los grandes problemas presentes: el poder político, la profundización de la democracia, el control del poder financiero, la relación con la Iglesia reaccionaria, la desaparición de quistes del pasado como la monarquía, las relaciones federales entre las nacionalidades, las relaciones en la UE...todo aquello que fue plasmado en centenares de plazas de todo el país tiene un auténtico sentido en un movimiento republicano aunque tarde en expresarse política e institucionalmente. No es casual que hoy ya la monarquía está tocada y que las cohortes más jóvenes se pronuncien mayoritariamente por la República".

   Por otro lado, el profesor Julián Casanova, también en un reciente artículo, afirma que " Esa nueva cultura cívica y participativa puede y debe alejarse del marco institucional monárquico y retomar la mejor tradición del ideal republicano. Hacer política sin oligarcas ni corruptos, recuperar el interés por la gestión de los recursos comunes y por los asuntos públicos. En eso consiste la república".

   En España, es muy frecuente todavía hoy que muchos ciudadanos,a nivel de tertulia, incluso en las propias familias, mantengan y afirmen convencidos que la historia contemporánea de nuestro país nos ha demostrado que la monarquía ha sido y es un forma de gobierno más estable y pacífica frente a las dos repúblicas habidas, cuya experiencia se dice fue bastante desastrosa, sobre todo la segunda, especialmente en vidas humanas.

   Aunque parte de verdad hay en estas afirmaciones y no hay porque exculpar de lo sucedido a los propios líderes y gobernantes republicanos, también es cierto que las dos repúblicas finalizaron por sendos golpes de estado o sublevaciones militares, la primera por el pronunciamiento del general Pavía y la segunda por la sublevación frente al régimen legalmente constituido de parte del ejército, que motivó la guerra civil con miles de muertos, tanto en el frente como en la represión en ambas zonas y durante la dictadura del general Franco, vencedor de la contienda. Sobre esta última cuestión hay abundante y documentada bibliografía al respecto.

   Pero a nuestro jucio esta es una comparación entre monarquía y república en España bastante simplista. Ni en una monarquía es todo de color rosa ni todo es perfecto ni en una república es todo negro y nefasto. En todo caso, la culpa debe recaer, en nuestro caso, en los propios españoles y no en la forma de gobierno.Hagamos un breve repaso a algunos hechos sucedidos en nuestro país, durante la monarquía borbónica desde tiempos de Fernando VI, el llamado "rey felón", y los acontecimientos históricos no tan lejanos nos confirmarán lo que decimos.

   Finalizada la llamada "Guerra de la Independencia" frente a Napoleón, Fernando VII regresó a España en 1814y , tras la entrega del llamado Manifesto de los Persas en Valencia por 69 diputados absolutistas, por Decreto de 4 de mayo del mismo año, suprimió la Constitución de 1812 y retornó al Antiguo Régimen, restableciendo incluso la Inquisción  y llevando a cabo una dura represión contra los liberales, muchos de los cuales fueron asesinados o encarcelados, o tuvieron que marcharse al exilio.

   Tras el Trienio Liberal (1820-1823), como consecuencia de la sublevación y triunfo de Riego, en el que se restableció la Constitución de 1812, y gracias a la ayuda internacional de la Santa Alianza, de marcado carácter absolutista, que mandó a españa los Cien Mil Hijos de San Luis (¡Qué paradojas nos ofrece la vida, puesto que los integrantes de este ejército invasor eran en su mayoría franceses!) , Fernando VII reestableció el régimen absolutista con una nueva y fuerte represión. Es lo que se conoce como "La década ominosa" (1823-1833).

   Fernando VII falleció el 29 de septiembre de 1833 y posteriormente, como consecuencia de la disputa al trono de España entre su hija Isabel II y el hermano del rey Carlos María Isidro, tienen lugar las llamadas Guerras Carlistas, en número de tres (1833-1840), (1846-1849) y (1872-1876), con un gran número de muertos como consecuencia de las mismas. Solamente en la primera guerra carlistas, quizá la más cruel, hubo,según los historiadores, más de 200.000 muertos.

   Además, durante la monarquía borbónica, durante los siglos XIX y XX, tuvieron lugar un sinfín de pronunciamientos militares (en el mundo se considera el término "pronunciamiento" como algo genuinamente español), es decir, acciones militares casi siempre  encabezadas pon un mando cualificado del ejército con el objeto de derrocar el gobierno existente para establecer uno nuevo o para cambiar alguna ley o disposición legal. De una forma resumida, vamos a reseñar los pronunciamiento militares más importantes habidos en la época a la que nos estamos refiriendo:

   El pronunciamiento del teniente coronel Riego en 1820, ya citado, en Cabezas de San Juan, cuya finalidad principal era que Fernando VII firmará la Constiución de 1812 y restableciera el régimen liberal.

   El pronunciamiento militar en 1836 en el palacio de la Granja de San Ildefonso, por un grupo de sargentos que obligaron a la regente María Cristina, esposa del fallecido Fernando VII, a abolir su Estatuto Real y a restablecer una vez más la Constitución de 1812.

   El pronunciamiento militar en 1854 por el general O'Donnell, en Vicálvaro, para protestar por la corrupción y la inestabilidad del gobierno y para reclamar una serie de derechos individuales que no se incluían en la Constitución de 1845.

   El pronunciamiento militar en 1868, del almirante Topete y de los generales Serrano y Prim, para derrocar a Isabel II y para elaborar una Constitución más progresista y en defensa de los derechos individuales.

   Durante la I República, en 1874, hubo dos pronunciamientos militares. El primero lo llevó a cabo el general Pavía, durante el gobierno de Castelar, para disolver las Cortes, y el segundo  el general Martínez Campos, en Sagunto, que acabó con la I República i restableció la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II.

   En el siglo XX, el primer pronunciamiento militar fue el llevado a cabo en 1823 por el general Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, y que se presentó como la solución a la crisis que atravesaba España en los ámbitos económico, político, social, regional, colonial(guerra de Marruecos, con el desastre de Anual y el informe Picasso), y que contó con la connivencia al parecer del rey Alfonso XIII, abuelo del actual rey de España, y que posiblemente fue causa, entre otras , de la desafección de los ciudadanos hacia la monarquía y del advenimiento de la II República en 1931, tras la celebración de elecciones municipales, en las que triunfaron las candidaturas republicanas en las más importantes ciudades del país.

   El segundo pronunciamiento del siglo XX, fuera ya del régimen monárquico, fue el llevado a cabo por el general Sanjurjo, en Sevilla, en 1932, en plena II República, y que fue rápidamente aplastado.

   El pronunciamiento militar de 1936, también como el anterior durante la II República, y contra el régimen legalmente constituido, fue el principio de una guerra civil como sabemos, sobre el cual y sobre la citada contienda, repetimos, existe abundante bibliografía y no es objeto de este comentario.

   Un dato que no podemos obviar es que, si bien tras la dictadura del general Franco, es proclamado rey de España Juan Carlos I y si bien es aprobada en referéndum la Constitución de 1978, que lo legitima(art. 57), el monarca actual  de alguna forma nos fue "impuesto" por Franco, sin respetar en todo caso la linea sucesoria a favor del infante Don Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII.

   Lo que hemos querido decir, al mencionar brevemente estos hechos hisóricos, y desde nuestras convicciones republicanas personales, es que en política como en casi todo no hay verdades absolutas,es decir, que ni la monarquí ni la república son "per se" la mejor ni la peor forma de gobierno posible. Son, como ya hemos dicho, los ciudadanos quienes en un estado democrático deben poder elegir libremente la forma de gobierno que estimen conveniente.

  Algunos diran, y tal vez tengan parte de razón, que a Juan Carlos I le debemos mucho los españoles, sobre todo por la forma en que se hizo la transición de la dictadura a la democracia, por su intervención en el 23-F,  por su buen hacer en las relaciones internacionales en representación de los intereses de España, etc.Por ello, quizá,incluso entre gentes de izquierda, existan muchos juancarlistas, que no monárquicos.

   Pero dada la situación actual y dado el "desprestigio" y" desafección" de la mayoría de los ciudadanos, sobre todo los más jóvenes, hacia la institución monárquica, más pronto o más tarde(seguramente ahora no es todavía el momento), teniendo en cuanta además las nuevas circunstancias y la solución a las necesidades que exige la ciudadanía, se tendrá que decidir democráticamente qué forma de gobierno desean  los españoles: monarquía o república. A los ciudadanos de hoy cada les cabe menos en la cabeza que se herede una corona, como si fuera el patrimonio de alguien, de una familia, en lugar de periódicamente elegir democrática y libremente a quien desean que desempeñe la más alta magistratura del Estado.

   De todos modos, y con ello queremos finalizar nuestro comentario, se impone, como hemos dicho en algún blog anterior,  un desarrollo de algún precepto constitucional, sobre todo el que hace referencia a las abdicaciones y renuncias(art. 57.5) y especialmente, a nuestro jucio, la derogación del artículo 56.3 del texto constitucional, que establece la irresponsabilidad e inviolabilidad del rey, claramente contradictorio  con el artículo 14  que establece que "los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, algo que si bien, según el artículo 168 de nuestra Carta Magna, exige un  procedimiento de reforma constitucional agravado, se tendrà que acometer, se quiera o no se quiera, porque es una demanda de los ciudadanos.

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dimecres, 1 de maig del 2013

Consideraciones sobre el 1 de mayo

   No sé si son muchos o pocos los que conocen el origen y los motivos de la celebración el 1 de mayo  como Día Internacional de los Trabajadores. Por ello, tal vez convenga, siquiera brevemente,recordarlo.

   Como nos cuenta Antonio Miguel Carmona, el uno de mayo de 1886, los sindicatos norteamericanos habían iniciado una huelga pacífica, reivindicando la jornada laboral de ocho horas, reclamación que sostenían en todo el mundo las organizaciones obreras. En la plaza de  Haymarket, en Chicago, se concentraron unas 20.000 personas que fueron reprimidas por la policía. Un artefacto explosivo estalló entre los policías, ocasionando un muerto y varios heridos. Se declaró el estado de sitio y el toque de queda, siendo detenidos varios trabajadores y ocho de ellos, sin prueba alguna, fueron juzgados y condenados por un juez corrupto.

   Precisamente, como homenaje a dichos trabajadores inocentes de Haymarket Square, continúa recordándonos Antonio Miguel Carmona, el Consejo Obrero Socialista de la Segunda Internacional, en la ciudad de París, en el año 1889, acordó celebrar el día uno de mayo el Día Internacional de los Trabajadores, que, actualmente, es una fiesta que se celebra en muchos países del mundo y en la que los trabajadores continúan reivindicando sus derechos.

   Aunque parezca absurdo, en Estados Unidos no se conmemora dicha festividad el uno de mayo, teniendo lugar, en cambio, el primer lunes de septiembre, la llamada fiesta de Labor Day, consistente en un desfile en la ciudad de Nueva York que organiza la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo (Knights of Labor), con la pretensión, al parecer, de evitar que la fiesta del uno de mayo refuerce el movimiento socialista en dicho país. Idéntica decisión se tomó en países como Canadá a partir del año 1894 y en algunos otros de influencia anglosajona.

   En países como Portugal el Día Internacional de los Trabajadores empezó a clebrarse después del triunfo de la llamada Revolución de los Claveles el 25 de abril de 1974.

   No se puede dejar pasar por alto que, en 1954, el Papa Pío XII, de una forma muy sui generis o como algunos llaman tácitamente, apoyó esta jornada del uno de mayo, declarándola festividad de San José Obrero, posiblemente con la finalidad de impregnarla de un sentido más cristiano.

   Hecha este breve introducción histórica, se puede constatar que el Día Internacional de los Trabajadores tiene una existencia de más de cien años, a través de la cual los trabajadores no han cesado de reivindicar sus derechos como tales.

   Si bien es verdad que quizá en los últimos años la concurrencia a los actos celebrados el uno de mayo, sobre todo a las manifestaciones, no ha sido excesiva, hoy, más que nunca, los trabajadores se tienen que preguntar si tiene o no sentido continuar celebrando esta jornada con el carácter reivindicativo que la ha caracterizado, especialmente en los países de nuestro entorno y concretamente en España.

  Los trabajadores españoles, como consecuencia de la crisis económica y de las políticas llevas a cabo, tanto por el gobierno de Zapatero como, posteriormente y en mayor volumen, por el gobierno de Rajoy tienen motivos más que suficientes para hacer patente, en el Día Internacional de los Trabajadores, la reivindicación de sus derechos, incluso la recuperación de muchos de estos derechos de los que día tra día se ven privados.

   Como muestras de esta merma de derechos que están sufriendo los trabajadores españoles( y también de otros países, sobre todo del Sur de Europa), podemos citar la reforma laboral del actual gobierno, que ha supuesto, entre otras cosas, la pérdida del derecho real de negociación de los representantes de los trabajadores, la facilidad a los empresarios para despedir a sus empleados, la reducción de las indemnizaciones por despido, la precariedad laboral, etc. También hay que citar los recortes de los derechos sociales tales como la sanidad y las ayudas a la dependencia( noticias de última hora nos hablan de recortes de más de 800 millones de euros para la depndencia y de màs recortes en sanidad). Pero lo más dramático y lo más sangrante son los 6.202.700 trabajadores en paro, cifra que ha dado hace unos días la Encuesta de Población Activa(EPA), que supera ya el 27 %, y hecho ante el cual nuestro presidente de Gobierno solo ofrece la alternativa de que hay que tener "paciencia". Y ello se pide a los trabajadores, a los desempleados, en un país en el que, por citar solo un ejemplo, la retribución mensual de los quince consejeros de administración de la  Sociedad de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria(SAREB), el llamado "banco malo" creado por el gobierno, supuso, a cierre de diciembre de 2012, 142.917 euros, 32.916 mensuales los ganó Belén Romana, presidenta de la sociedad, y 32.083 mensuales el director general, Walter de Luna. Y ello suponemos que con dinero público.

   Por ello, posiblemente, el lema de los sindicatos convocantes de este 1 de mayo es el de "No tienen límite. Lucha por tus derechos ",  convocando a manifestarse por las calles de nuestras ciudades en favor del empleo y del crecimiento económico.

   No podía terminar estas consideraciones sobre el Día Internacional de los Trabjadores sin aludir a los sindicatos.

   Todo aquél que se haya molestado en leer detenidamente la historia del movimiento obrero, habrá podido constatar la lucha y sacrificios personales, incluso pagando con su propia vida, de miles de sindicalistas de toda clase en defensa de los derechos de los trabajadores desde hace más de cien años. La denominada "sociedad de bienestar" de la que venimos disfrutando en Europa sobre todo( o al menos hemos estado disfrutando hasta hace poco), debe bastante a esa lucha y sacrificio de tantos y tantos sindicalistas.

   No obstante, actualmente está teniendo lugar, sobre todo desde la derecha y desde la llamada "Brunete Mediática", pero también  desde ciertos sectores de la izquierda y de parte de los trabajadores, una visión crítica del sindicalismo.

   José Basaburua nos dice que " el sindicalismo de clase actual se caracteriza por la pérdida de sus signos de identidad tradicionales, siendo copia de la estructura, organización y estrategia empleadas por los partidos políticos españoles. Si una palabra pudiera resumir su situación, esa palabra sería crisis". José Basaburu  destaca, dese su postura crítica, como características concretas del sindicalismo actual, su concentración en perjuicio de los grupos minoritarios, las prácticas de clientelismo, la burocratización, la pérdida de base popular, la irrupción del nacionalismo (ELA-STV.LAB y CIG) y la reducción del "internacionalismo proletario" a un vago humanitarismo.

   Antonio Miguel Carmona, por su parte, afirma que " lo que se mantiene intacto es la utilización de los medios de comunicación para denostar a las organizaciones sindicales. La prensa amarilla, los medios conservadores, tratan de persuadir de la necesidad de rechazar a los sindicatos poniendo el foco en defectos y disensos, alimentando de mentiras a la opinión pública ".

   Quisiera terminar este blog con mi apreciación personal en relación al mundo sindical.

   Es verdad que muchas de las críticas que se hacen a los sindicatos no carecen de razón. Como también hay que  condenar algunas prácticas tan reprobables y delictivas como el caso de los ERE de Andalucía, en el cual ha sido protagonista algún miembro de un sindicato de trabajadores. Pero, también en honor a la verdad, he decir que por mi trabajo personal, desde mi puesto como funcionario público en la Administración laboral, primero del Estado y después de la Comunitat Valenciana, he conocido a muchisimos responsables de los sindicatos de toda clase (asesores, directivos, vocales,miembros de comités de empresa y delegados de los trabajadores), con los que he participado en diversos asuntos, tales como la negociación de los ERE(cuando todavía la negociación entre partes era de utilidad antes de la actual reforma laboral), de los convenios colectivos, de los servicios mínimos en las huelgas, en la prevención de riesgos laborales, en las elecciones sindicales, etc. etc. y puedo dar fe de la honradez y del espíritu de sacrificio de todos ellos en favor de los derechos de los trabajadores a quienes representaban.

   Quiero concluir, en este 1 de mayo, en este Día Internacional de los Trabjadores, además de, como un  ciudadano más, expresar mi solidaridad con todos los trabajadores pero especialmente con esos 6.202.700 trabajadores españoles sin trabajo y sus familias, rendir un homenaje personal a todos esos sindicalistas y representantes de los trabajadores que he conocido y que  tan dignamente(  por supuesto, que con sus defectos) han defendido y continúan defendiendo, por encima de todo, los derechos de los trabajadores valencianos. No puedo citarlos a todos pero todos pueden ir con la cabeza bien alta sin avergonzarse nada.


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