Ana Noguera nos dice que, en primer lugar, nos llegó la grata sorpresa del primer presidente norteamericano negro. Con Obama, según Noguera, se recuperó otra forma de entender la política que rompió la "agresividad" diplomática, las guerras exteriores y el conservadurismo económico y cultural de Busch, aplicando también unas medidas económicas que están consiguiendo frenar la grave crisis económica y superar el problema del desempleo.
En segundo lugar, continúa diciendo Noguera, nos llegó China, convertida ya en la segunda potencia económica mundial y con pasos acelerados para convertirse en la primera, encontrándose, tras la estela de China, países como Corea, Vietnam, India, etc.
En tercer lugar, entiende la citada comentarista, la atención económica-política y mediática se ha desplazado también a otro continente, Iberoamérica, en el que Brasil es un auténtico gigante y un referente económico.
Y, por último, concluye Ana Noguera, el día 13 de marzo vivimos la elección del nuevo Papa Francisco I, reuniendo unas condiciones que nunca se habían dado en la historia: es jesuita y argentino. La Iglesia católica sale del corazón de Europa y salta el "charco".
Y a ello, a la elección del nuevo Papa, que mañana, fiesta de San José, será entronizado en el Vaticano, con la asistencia de Jefes de Estado y de Gobierno de casi todo el mundo, queremos referirnos en este comentario, formulando un serie de consideraciones, por otra parte muchas de ellas aparecidas estos días en los diversos medios de comunicación y tema de conversación en tertulias, tanto de creyentes católicos como de no creyentes, dada la enorme importancia que representa la figura del líder espiritual de los primeros (alrededor de 1250 millones de fieles en todo el mundo, según las estadísticas) que, además, es el Jefe del Estado Vaticano.
Si a todos nos causó sorpresa la renuncia o dimisión de Benedicto XVI, algo insólito en la historia de la Iglesia católica y que hacía más de seis siglos que no se había vuelto a producir, no menos sorpresa nos causó, al menos en principio, el ver aparecer, en el balcón central de la basílica de San Pedro, tras pronunciar el cardenal protodiácono la frase "Habemus Papam", al cardenal y jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio así como su elección del nombre de Francisco, tratando de imitar, al parecer, la figura de Francisco de Asís.
Antes de iniciarse el cónclave para la elección del nuevo Pontífice, el día 12 de marzo actual, sonaban como candidatos los nombres de Marc Ouellet, cardenal arzobispo de Quebec, Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, Donald Wuerl, cardenal arzobispo de Washington, Odilio Pedro Scherer, arzobispo de Sao Paulo, y Angelo Scola, arzobispo de Milán. A ellos, se añadía el mexicano Francisco Robles Ortega, el húngaro Péter Erdo y el austriaco Christoph Schönborn, pero en ninguna quiniela aparecía, que sepamos, Jorge Mario Bergoglio. De todos modos, cuando hemos sabido que, en el cónclave en que resultó elegido Joseph Ratzinger, el jesuita y cardenal argentino ahora elegido Papa fue el auténtico "contrincante y rival" del alemán, no nos hemos llevado tanta sorpresa.
Las reacciones ante la elección del nuevo Papa (palabra, cuyo significado éramos muchos los que lo ignorábamos y estos días se nos ha recordado, que quiere decir: Petri Apostoli Potestatem Accipiens -el que recibe la potestad del apóstol Pedro-) no se han hecho esperar.
Son muchos los que consideran un "avance" y una "esperanza" los primeros gestos de Francisco I. Las palabras del nuevo Pontífice – “¡Ah, cómo me gustaría una iglesia pobre y para los pobres!”, pronunciadas el pasado sábado, así como el hecho de que, el pasado miércoles, recién elegido, apareció con un crucifijo de plata y no de oro, colgado al cuello, y con una vestimenta más sencilla que la utilizada por su predecesor, además de conocerse hechos tales como el que narra JOHN ALLEN, editor de National Catholic Reporter, que, al referirse a Jorge Mario Bergoglio, destaca que "Su destacado papel durante la crisis económica argentina fortaleció su reputación como voz de la conciencia y lo convirtió en un potente símbolo de los costos que la globalización le impone a los pobres del mundo", están dando pie a que sean muchos los que se sienten esperanzados con el nuevo Papa, incluso entre la Iglesia de base que suele tener siempre una actitud más crítica con la jerarquía eclesiástica. Así, por ejemplo, EVARISTO VILLAR, sacerdote portavoz de Redes Cristianas, manifiesta que está sorprendido y esperanzado por la dirección que el nuevo Papa puede tomar afirmando que "Está teniendo gestos a tener en cuenta. Solo el hecho de haber elegido el nombre de Francisco, por San Francisco de Asís, un hombre enamorado de la pobreza que al parecer recibió el encargo de Jesús de renovar una iglesia que estaba agrietada, es un avance", a la vez que destaca la “cercanía” que demostró Francisco I al rezar junto "al pueblo" el día de su elección.
La mayoría de los medios de comunicación de todo el mundo, incluidos los españoles, han destacado la elección del nuevo Papa y su condición de latinoamericano y jesuita y han alabado su figura y se muestran confiados ante los primeros gestos y manifestaciones de Francisco I.
No obstante, según se desprende de algunas informaciones, la persona del actual Pontífice también tiene algunas "sombras", que conviene despejar, de posible colaboración con la dictadura argentina, algo que el Vaticano, e incluso escritores de izquierdas como el premio Nobel de la Paz Alfonso Pérez Esquivel, se han apresurado a negar. También, a juicio de algunos, “siguen generando muchas dudas sus posturas en temas como el matrimonio gay”, del que dijo que es "una movida del diablo".
Creemos que, ante todo, debemos mantener la esperanza en el Papa Francisco I, aunque reconocemos que tiene ante sí graves e importantísimos retos. Por citar algunos de ellos, para nosotros, y estamos seguros que para muchas personas, y con el máximo respeto para quien piense lo contrario o de diversa forma, el nuevo Pontífice tiene que llevar a efecto el "aggiornamento" del Concilio Vaticano II que quedó estancado y acometer una serie de reformas referidas entre otras cosas al saneamiento y transparencia de las finanzas del Vaticano, al celibato de los sacerdotes (no olvidemos que se implantó obligatoriamente a partir del siglo XI), al papel de la mujer en la Iglesia, tan marginada hasta la actualidad, a la persecución y castigo de los abusos sexuales, especialmente la pederastia, al tratamiento más acorde con la caridad y el sentido evangélico de los divorciados y de las uniones homosexuales, sin excluirlos de la Iglesia, a la eliminación del lujo y del boato (los cardenales con su pomposa y llamativa vestimenta parecen ser más los sucesores del imperio romano que seguidores de Jesús y de sus apóstoles), al uso de preservativos en ciertas situaciones, además de ser como un "cura de pueblo", cercano a todos sin distinción, sin dejarse influencia ni dominar en la práctica de su misión por los "neocons", (cualquier persona medianamente informada sabe muy bien a qué organizaciones nos referimos), a la práctica real de la colegialidad episcopal, y, sobre todo, teniendo siempre como frontispicio, a esa pobreza evangélica a la que tanto alude.
En nuestro blog de 13 de septiembre de 2012, recordábamos al que fue cardenal arzobispo de Milán Carlo María Martini, también jesuita, fallecido el 31 de agosto de 2012, y que fue papable en uno de los últimos cónclaves, muy querido por cierto por todos los Papas contemporáneos suyos, y que mantenía unas posturas muy cercanas a las que hemos apuntado, en especial referidas a la participación de la mujer en la Iglesia, proponiendo el diaconado para las mismas, al uso de preservativos en ciertos casos, a la acogida y no discriminación de los divorciados y homosexuales en el seno de la Iglesia, a la aplicación del Concilio Vaticano II, etc. También recordábamos en ese blog a figuras insignes de la Iglesia como Juan XXIII, el arzobispo Romero, Ignacio Ellacuría o el Cardenal Tarancón. Es la línea de éstos o similar la que nos gustaría que siguiera Francisco I.
Hay quienes opinan que un Papa no puede hacer estas cosas que estamos diciendo porque un Papa tiene que ser siempre conservador, ya que el ser así forma parte de su esencia inmutable. No somos teólogos ni cristólogos, o algo parecido, pero nos permitimos formalizar algunas preguntas:
¿Jesús de Nazaret, fue conservador, en el sentido que actualmente le damos a este término, frente a las circunstancias en las que le tocó vivir, según los Evangelios?
¿ Aceptaría de verdad Jesús de Nazaret una Iglesia como la actual, con su Curia, con sus oscuras finanzas, con su boato, con sus lobbies o grupos de presión existentes, con su proximidad y complicidad con los poderes constituidos, etc., etc.?
Si el Papa, según se enseña por la propia Iglesia, es el Vicario de Cristo, es decir, quien sustituye o reemplaza a Jesús en la tierra, tomando su lugar, ¿a quién debe seguir: a Jesús y sus enseñanzas o debe servir a otros intereses?
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