divendres, 4 de novembre del 2011

Los moriscos y Algar

   En noviembre de 2009, publicamos en un medio de comunicación, con motivo de la celebración del 400 aniversario de la repoblación cristiana de Algar, un breve comentario titulado "Los moriscos y Algar" que ahora nos permitimos reproducir en parte, con nuevas aportaciones obtenidas de la lectura de textos de autores e historiadores expertos en la problemática de los moriscos españoles.

   Sobre los orígenes y sentido del nombre "morisco", contamos por suerte con el interesantísimo estudio llevado a cabo por el jesuíta MIKEL DE EPALZA FERRER (Pau, Francia, 18-02-1938, Alicante, 6-12-2008), arabista y traductor de español. Por su interés, reproducimos literalmente lo  manifestado por el citado autor sobre el concepto del término "morisco":

   "Para muchos historiadores actuales los moriscos son los musulmanes de los reinos peninsulares que luego serán España (Castilla, Aragón y Navarra), que fueron obligados a convertirse al cristianismo a principios del siglo XVI.
   Se les distingue de los "mudéjares" o musulmanes peninsulares originarios del Al-Andalus árabe, que podían practicar su religión en la sociedad cristiana a lo largo de la Edad Media antes de esas conversiones forzosas del siglo XVI.
   Por su origen hispánico, los moriscos se distinguen también de los "berberiscos", como se llamaba en el siglo XVI a los habitantes de Berbería, los actualmente llamados "magrebíes" del Magreb o Norte de África.
   En los siglos XVI y XVII, todos los musulmanes o seguidores de la religión del Islam solían ser llamados "sarracenos" ("sarraïns" en valenciano) y, sobre todo "moros", palabra original de donde proviene etimológicamente "morisco".

   La población morisca, tras la conquista del reino de Granada en 1492 por Fernando de Aragón e Isabel de Castilla (los "Reyes Católicos"), fue importante en la Península, sobre todo en el reino de Valencia, alcanzándose la cifra de 150.000 moriscos, un 25 % aproximadamente del total de la población del reino, que se dedicaban a los trabajos agrícolas, artesanado, producción de telas, etc., de enorme importancia para la economía.
   El rey de España, Felipe III, influenciado en grado sumo por su valido el Duque de Lerma, decide el 9 de abril de 1609 la expulsión de los moriscos del territorio español. El Bando de expulsión de los moriscos del Reino de Valencia se publicó el 22 de septiembre de 1609. No podemos obviar aquí la figura del entonces Arzobispo de Valencia, Juan de Ribera, que llamaba a los moriscos "herejes y traidores" . Posiblemente, se hace necesario conocer más a fondo el papel efectivo que tuvo Juan de Ribera en la expulsión de los moriscos valencianos.
   El hecho cierto es que se produjo la expulsión de los moriscos de España y, por supuesto, del reino de Valencia, salvo una pequeña minoría, cuestión que merece otro análisis y comentario. Historiadores de prestigio como Américo Castro, Antonio Domínguez Ortiz, Julio Caro Baroja, Mercedes García Arenal, Bernard Vincent, Louis Cardailla y Francisco Márquez Villanueva, han reivindicado el desastre que, tanto para España como para los propios moriscos, supuso la expulsión en términos económicos, culturales y simplemente humanos.
   Las consecuencias de la expulsión de los moriscos en el Reino de Valencia fueron notables:
  • Despoblación de muchos pueblos y lugares, dándose el caso de que algunas zonas del norte de Alicante perdieron prácticamente toda su población, siendo además muy lenta la repoblación hasta la mitad del siglo XVIII.
  • Abandono de gran parte de los campos y, en consecuencia, disminucuón ostensible de su rendicmiento económico.
  • Merma de la recaudación de impuestos al haberse reducido la rentabilidad económica de las tierras, etc.
   Pero es, en el aspecto humano, donde más se notaron las consecuencias de la expulsión de los moriscos. El historiador británico Trevor J. Dadson, catedrático de la Universidad de Londres, al referirse a la expulsión de los moriscos de España, nos narra que uno de éstos, cuando abandonaba la tierra en que nació, se despidió de la misma con las palabras: "nuestra querida patria". Es normal y humano, era la únicia patria que conocía y amaba. Parece que el propio Miguel de Cervantes, en la historia de Ricote, incluida en el Quijote, señala las consecuencias humanas de la expulsión de los moriscos ("Doquiera que estamos lloramos por España, que, en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural, en ninguna parte hallamos el acogimiento...").

   ¿Y que pasó, mientras tanto, en nuestro pueblo, en Algar?

   Algar, como indica su nombre, y como tantos pueblos y lugares de la geografía valenciana y española, fue fundado, según los datos de que se dispone hasta la fecha, por pobladores musulmanes, tras su invasión de la Península Ibérica, derrotados los visigodos en la batalla del río Guadalete. Las primeras casas y calles de Algar se construyeron por estos pobladores alrededor de la torre guaita (actual Ayuntamiento y Casino), también construida por ellos, recordándonos hoy todavía algunas calles, como el "atzucat" de la calle de La Parra, el origen musulmán del pueblo. Y estas gentes no solo crearon el pueblo sino que trabajaron los campos y realizaron y mejoraron obras tan importantes como las relativas al regadío, no únicamente de Algar sino de toda la comarca del Camp de Morvedre.
   Estas gentes y sus descendientes, denominadas más tarde por los historiadores "moriscos", vivieron aproximadamente ocho siglos en Algar, ya que, a pesar de que éste fue conquistado por las tropas cristianas del rey de la Corona de Aragón, Jaime I, en 1238, y que fue donado por el rey a Ramón Morelló y éste, por testamento, a la Orden de la Merced, fueron, durante este larguísimo periodo histórico, los casi exclusivamente pobladores y habitantes de algar.
   También estos habitantes de Algar, estos moriscos fueron expulsados en 1609, quedándose el pueblo desierto. Así consta al menos en los Capítulos para los Vasallos de la Baronía de Algar, dados por P.F. Felipe Guimerá, Barón y Señor de Algar, como General de la Orden de la Merced, en el año 1610, en los que se dice, refiriéndose al día en que llegaron los nuevos pobladores, las 26 familias de cristainos viejos, de origen aragonés y catalán en su mayoría, en 1609: "Y com la dita Baronia de Algar estava tota poblada de moros... y aquells se hajen embarcat tots y pasat en terra de Africa, y aixi ha restat dita Baronia despoblada, deserta y sens veins ni habitadors alguns".

   Queremos finalizar este breve comentario, deteniendonos un poco sobre lo que significaría su expulsión para los moriscos de Algar en el aspecto humano y emotivo. Hagamos el esfuerzo de ponernos en el lugar de estos hombres y mujeres, de estos primeros "algarins", y pensemos que sentiríamos nosotros si tuviéramos que abandonar forzosamente nuestro querido pueblo, nuestro querido Algar, la tierra que nos ha visto nacer a nosotros y a tantos de nuestros antepasados, sin conocer otra tierra, solamente con lo puesto y hacia un destino desconocido.
   Nosotros somos descendientes de esas 26 familias de cristianos viejos que repoblaron en principio Algar tras la expulsión de los moriscos, y también descendemos de otras familias que, posteriormente, acudieron, y a ellas les debemos lo que somos: tradiciones, creencias, cultura, lengua, forma de ser, etc. Pero creemos que a aquellas gentes llamadas moriscos y que nos legaron algo tan importante como el nombre de nuestro pueblo debemos al menos no tenerlas en el olvido y reconocer lo mucho que también hicieron por Algar.

                                                                    -o-o-o-o-o-

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